top of page

ACMOMPAÑAMIENTO EN PROCESO DE MUERTE Y DUELO

La muerte es quizás lo único seguro en esta vida. Es un proceso por el que todos y cada uno de nosotros y nosotras vamos a pasar. Sin embargo, nos hemos empeñado en apartarla de nuestra vida diaria, la hemos desnaturalizado y estigmatizado, contemplándola siempre como algo negativo de lo que es mejor no hablar. Sin embargo, la muerte, irrumpe en nuestra vida de forma continua, y nos interroga entonces sobre nuestra vida, y sobre lo que estamos haciendo con nuestro tiempo...

Conscientes de la propia fragilidad

 

Cuando uno tiene la suerte de saber que el final está cerca, la primera pregunta que suele surgir es, ¿cuánto me queda? Es un viaje largo, que hay que preparar. Primero es posible que surjan tormentas de emociones desbordantes: incredulidad, rabia, tristeza, miedo... Poco a poco uno pude hacerse consciente y acepta la propia fragilidad, que va unida a nuestra condición de Seres Humanos. Y entonces uno se da cuenta de que hay mucho que hacer...

No sólo hay que pensar cosas básicas que uno nunca se planteó (papeleos, donación de órganos, últimas voluntades, ritos, incineración o entierro...), sino otras muchas cosas, posiblemente más difíciles: asuntos familiares que no se han cerrado, besos por dar, culpabilidades y necesidad de perdón por algún asunto del pasado, asuntos pendientes con amigos, con familiares olvidados, o incluso con Dios...

Un silencio que arropa, un silencio fértil...

 

Cuando acompañamos a la persona que se prepara para su propia muerte, la mayoría de veces, sobran las palabras. No podemos dar muchas respuestas, pero sí podemos hacer de caja de resonancia, donde la persona acompañada pueda ser consciente de sus propias necesidades, y quizás de la forma de satisfacerlas. 

Tiempo de crecimiento

 

Cuando el ser querido se va, puede que sintamos que una parte de nosotros muere o queda desgarrado. Durante un tiempo puede quedar una sensación de desconcierto, de vacío, de tristeza. Oímos la voz del ser querido, lo echamos en falta y vamos descubriendo todas las cosas de las que él o ella se encargaba.... A veces pude ser necesaria una ayuda para restablecer de nuevo el equilibrio, para no quedar desbordado por emociones que pueden surgir: culpa, rabia, tristeza...



Sin embargo, aunque parezca una situación muy dolorosa, la pérdida de un ser querido constituye una oportunidad de crecimiento. Cuando alguien cercano se muere, nosotros y nosotras también nos hacemos cargo de nuestra propia fragilidad, de lo valioso que es nuestro tiempo...Es un momento precioso para recuperar el valor de cada segundo, la valentía de abrazar cuando necesitamos abrazar, de decir te quiero cuando queramos hacerlo, de gozar cada rallo de sol, y hasta de vivir intensamente cada problema y cada reto de la vida. Cuando alguien que queremos se va, podemos re-valorizar a la gente que amamos y que aún sigue junto a nosotros y nosotras...hacernos conscientes de que mañana, tú o yo, podemos partir para siempre, nos enseña sin duda a disfrutar intensamente este momento que tenemos, Ahora.

bottom of page